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AL CALOR DE LA LUMBRE. JUEGOS DE INFANCIA.

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AL CALOR DE LA LUMBRE

Un invierno de hace quién sabe cuántos años dos niñas jugaban junto al fuego. Tienen un tizón con brasa cada una y junto a la lumbre se dan novio:

¡Allá va la mariquita al contentar!, dice la una.

¿Qué trae la mariquita al contentar?, responde la otra.

U.- Un chico rubio, ¿no sé si lo querrás?

O.- ¿No sé cuál me darás?

U.- Perico,…

Se decía el nombre de un mozo del pueblo, se empezaba por los más feos. Se escupitaba el tizón y si se apagaba tenías que quedarte con el novio dicho. Pasaban las horas repitiendo una y otra vez el mismo cantar, nombrando uno u otro mozo del pueblo. Al principio escupitabas flojo  para que no se apagase y según iban saliendo novios y no quedando ya feos y si además te gustaba el que nombraban, escupitabas todo de una vez por ver si se apagaba.

LA DOTE

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LA DOTE

En Arcera y sus vecinos nº5, verano 2001

En otros tiempos aún no muy lejanos los matrimonios se solían convenir entre las diferentes familias y siempre debían de tener el consentimiento paterno. Una de las cosas más importantes que se aportaba al matrimonio era LA DOTE, es decir, lo que ambas partes aportaban para la vida en común. En una economía de subsistencia donde el acceso a lo más necesario era difícil todo tenía su valor y se hacía relación de todos los bienes materiales que cada uno poseía (cosa hoy prácticamente imposible por la cantidad de bienes que acumulamos).

En 1846 dos novios, vecinos de Ormiguera:

«tienen tratado y concertado de vivir juntos bajo tácita compañía siendo del agrado de Dios, y por el tiempo que a unos y otros les acomode quedando siempre el arbitrio de separarse siempre y cuando que a todos o a cada uno de por si les acomode, y para dar principio y entrar a vivir en dicha tácita compañía es preciso formar un Ynventario de todos los bienes muebles y movientes que cada uno de ellos aporta a dicha Compañía…»

Para nosotros este documento tiene un valor etnográfico y lingüístico incalculable porque en él podemos descubrir nombres de aperos, del ajuar y enseres de la casa y de la vida cotidiana de entonces que de otro modo se perderían para siempre en la memoría de nuestros abuelos. La relación siguiente es una selección y agrupación de los bienes que se aportan:

Inventario de los bienes aportados (por un hermano del marido)

Ganado bacuno dos bueyes a cumplir nueve años; dos novillos de 5 años; una baca, un jato, una yegua losina cerrada y preñada.

Ganado lanar nueve obejas entre borrillos y borrillas, cinco corderos y as.

Cerduno una cerda matadera, otra pequeña, dos de iría.

Cevos  once carros y mº de yerva, ocho carros de paja.

Granos ocho fanegas de mocho, nueve fanegas de redondo, ladilla tres cuartos y dos celemines, yeros, puias, tres fanegas de ricas, abas, arbejas, lentejas, garbanzos, sesenta y cuatro @ de patatas, grano de la venta: trigo y cebada.

Camas un catre, una cama mediana, otra vieja.

Encordeladuras. Gergones otro andado y otro a medio andar. Covertor

Mantas dos mantas para los bueyes.

Sabanas; sabanos, almoadas, fundas con su lana, paño de manos otro de algodón y de lino, mantil de cuerdas nuevo.

Talegas dos talegas grandes para harina a medio andar y siete cuartos de cabida.

Costales, Alforjas unas alforjas nuevas franciscanas. Otras encarnadas.

Tela ocho varas y cuarto de lienzo. Lana 19 varas de lana cardada

Saca una saca a medio andar. Lino dos libras de lino ilado

Arca una arca grande de caballete, otra sin llave, otra con llave, otra colorada para ropa, otra pequeña para papeles.

Lacena. nueva con su ropero y estantes para libros.

Dos mesas de asiento en la cocina, con su presa para comer.

Trilla nueva con camizo

Dos tablas secas. Cuartones secos a lo mismo

Dujos

Nasa una nasa grande, otra más pequeña.

Tres escriños nuevos, dos viejos

Dos sillas

Un cuveto para harina

Un barril para vino

Basa toda la basa blanca, toda la basa vasta, todo lo de vidrio y cristal.

Tres cuviertos y cinco cucharas de metal

Caldera, Caldero otro pequeño de fruslera,Sarten, Cazo, Esmizas, Chocolatera, Azeytera de lata, Candil

Una soga de cerda, una soga de esparto

Azadón, azada, azadillas, arrejo arrejadas, una pala de hierro.

Acha, azuela, una macheca, una guvia,

Barreno un barreno cambero, otro ovegero, otro estandogero, otro llavero

Tenazas, Romana, sierra, Dalle

Aperos de hera. Crivas un triguero y dos crivas. Ozes, parrillas para cola, aspas, adevanadera,

Un dujo grande en la bodega de bárcena.

Un rastro para lino.

Dos carros de teja

Granos se advierte que de la cosecha de este año de 1847 me han correspondido 29 fanegas, de todo trigo

Idem me han correspondido también onze fanegas entre ladilla, yeros, arbejas y abas.

Y son los únicos vienes que yo el dicho José Martínez apronto a dicha tacita compañía y para que conste en todo tiempo conste y se declara».

Cómo se hace una escoba de brezo

Cómo se hace una escoba de brezo

De Arcera y sus vecinos, nº7, año 2003

En nuestro monte es muy abundante la presencia del brezo, todos conocemos esta mata de flor, de la cual las abejas sacan buen provecho para la elaboración de la rica miel.

En la actualidad el brezal se ha regenerado bastante bien en Arcera y cubre gran parte del monte y fincas abandonadas ya que no se recoge como antaño, aunque la plantación del pino silvestre le ha restado gran parte de su superficie potencial.

La breza de flor, como la llaman por aquí, es la que suministraba la materia prima para confeccionar la popular escoba de brezo. En todas las casas de Arcera ha vivido un especialista en hacer escobas. La colaboración de Vidal, un experto en este quehacer, ha sido decisiva para la recuperación de esta tarea.

vidal

Elección de las matas

Cuando se iba con el ganado a Carralcorro, al Returo, La Lamosa o Rupayo, se aprovechaba para coger las mejores matas rastreras, cuanto más largas mejor, y cuando todavía estaban en flor, allá por agosto.

Una vez el brezo en casa, se debía extender y dejar secando al sol al menos durante dos días, para que estuviese en condiciones óptimas para su montaje.

Antes de empezar había que sacudir las ramillas contra una piedra para que perdiese algo de rigidez y además cayese la flor seca, hasta quedar totalmente limpias y así facilitar al máximo el trabajo.

Montaje

En primer lugar, para montar las escobas, había que seleccionar y colocar ordenadamente los brazados de no menos de 80 centímetros de largura. El grosor iba en función de la utilidad que se le daría. De vez en cuando se le daba unos golpes para emparejarlo.

tensado

Además de las manos como principal herramienta nos tenemos que ayudar también de alambre con el fin de sujetar los brazados en su parte superior (15cms). El método más fácil para su atado es el de ayudarse a través de un trozo de alambre, para así, conseguir su tensado. Como alternativa, a falta de alambre, antiguamente los pastores, Nato o Vitoriano, utilizaban la zarza, sacaban tiras, pero era un proceso muy complejo; las tiras de varas de avellano verde también han llegado a utilizarse.

Colocación del mango

El proceso se completa con la colocación del mango que es el soporte de la escoba. El material del que se suele fabricar es de madera de avellano, procurando no pillar ningún nudo, para así facilitar su pulido.

Su longitud es variable y cada uno lo adaptaba a sus necesidades, de manera que se pudiese trabajar con la escoba sin tener que adoptar una postura incómoda.

Una parte del mango había que hacerla punta e incrustarla definitivamente a base de golpes contra el suelo o una piedra.

Finalmente, para asegurarse de la firmeza del mango, la escoba se pisaba y se estiraba de él. Una vez hecha esta comprobación se procedía a recortar las ramas por igual con el hacha, y ya estaba lista para su utilización.

Utilidades

La escoba de brezo era un utensilio de lo más práctico, además de resistente poseía una larga duración. Eran suficientes cinco o seis para todo el año, uno de los usos principales era el de barrer las eras después de recoger la parba, asimismo para barrer las cuadras; ya por dentro de la casa se utilizaban escobas de otra clase más finas. Blas y Atanislao de Reocín de los Molinos, hacían muchísimas en invierno que luego vendían.

A pesar de la implantación de los plásticos en la vida cotidiana, el uso de esta escoba todavía sigue sobreviviendo para barrer el corral, e incluso el césped menudo del jardín.

escobas

AL RIGURUMENTO. Juegos de la infancia

rigurumento

Al Rigurumento

En Juegos de infancia IV, Arcera y sus vecinos nº 7 año 2003

Este es otro juego de esos, que al igual que el Chorro-Morro uno tenía que agacharse y hacer el burro, pero con las reglas mucho más sencillas aunque se requería  también de algo de fuerza para su desarrollo. Como siempre, de entre todos los chavales  participantes, lo primero  que se hacía era sortear quién iba a adoptar la  postura de burro, y el orden de los saltadores que ya no era tan importante.

El burro se colocaba agachado, normalmente con las manos  agarrándose las rodillas, y con la cabeza bien baja para procurar que al saltar sobre él no la tocasen, cuando no tenía la cabeza bien inclinada el saltador debía advertirle gritándole “cabeza al pucheru”.

El juego consistía en pasar cada niño por encima del burro, y para ello  se daba el salto apoyándose con las manos en la espalda y con las piernas bien separadas. Había que aguantar en el sitio a medida que procedían los saltadores simulando y recitando una canción.

A las estrofas se le ha buscado una rima al número de salto, y se observa principalmente la utilización de los Santos en su determinación.

Si se realizaba mal el salto, o se olvidaba o cantaba mal la letra de la canción, o se olvidaban de ejecutar cada una de las canciones o postura, el saltador perdía y pasaba directamente a ser burro.

Terminada la canción, el burro se estiraba, y vuelta a empezar, continuando de igual modo hasta que alguien perdiese.

La versión de la canción más generalizada es ésta:

-A la una, anda la mula

– a las dos, con coz ó el ruiseñor ó el reloj.

(Se le daba una coz con el tacón, en el culo del burro mientras se ejercitaba el salto)

– a las tres, San Andrés

– a las cuatro, San Ignacio

– a las cinco, San Francisco

– a las seis, merendéis

– a las siete, cachete

(Se apoyaban las manos al brincar, dando unas palmadas en la espalda del burro)

– a las ocho, bizcocho

– a las nueve, empina la bota y bebe

– a las diez, otra vez

(Se repetía el beber en bota)

– a las once llama el conde

(Con una mano se apoyaba y con la otra se le propinaba un golpe)

– a las doce responde.

LAS MARZAS. MARZO FLORIDO SEAS BIENVENIDO…

LAS MARZAS

Tradición hoy prácticamente desaparecida, tiene su origen en un rito ancestral agrario y responde al despertar de la primavera y por tanto a la alteración hormonal  de mozos y mozas. Los “marzantes” salían a anunciar la venida del primer mes estacional, dedicado a la agricultura y que correspondía con el actual mes de marzo.

La última noche de febrero los mozos del pueblo, pedían las marzas por las casas entonando canciones. Los mozos que participaban por primera vez eran los encargados en cargar con el saco de las limosnas. Al llegar a la casa saludaban diciendo:

“¿Cantamos o rezamos?, lo que nos manden haremos”.

Si les decían cantar, entonaban las marzas y si no, rezaban un responso por los difuntos de la casa.

VALDEOLEA-FLORIDO

“Marzo florido seas bienvenido, seas bienvenido,

con el mucho pan con el mucho vino, con el mucho vino,

 

 Traemos un burro cargado de arvejas, cargado de arvejas,

que viene de cocos hasta las orejas.

 

 Traemos un burro cargado de nada, cargado de nada,

que no come trigo, paja ni cebada, paja ni cebada,

que come chorizo y buenas tajadas y buenas tajadas.

 

Traemos un burro cargado de aceite, cargado de aceite,

para freir los huevos que nos de la gente, que nos de la gente.

 

La gente del pueblo, les daba lo que podía, huevos, chorizo, pan,…

Recibida la limosna se despedían cantando:

 

“De esta buena casa bien contentos vamos, bien contentos vamos,

De la buena gente que en ella dejamos, que en ella dejamos.”

ARCERA Y EL LOBO: ORDENANZAS DEL CALLEJO DE LOBOS Y CUENTO DEL LOBO DEL CULO PELAO

BLOG-POZO-DE-LOS-LOBOS

ORDENANZAS DEL CALLEJO DE LOBOS DEL CONCEJO DE LOS CARABEOS 1794

(…) Eso me hizo recordar un texto con el que tuve oportunidad de trabajar hace ya un tiempo. Uno de esos documentos achacosos, ajados por el tiempo, con folios que crujen al pasarlos y, sin embargo, aparecen perfectamente conservados cientos de años después de haberse escrito (supongo que sobre esto se podría sacar alguna enseñanza, pero ese es otro tema). Eran las Ordenanzas del callejo de lobos del concejo de Los Carabeos, fechadas en el año 1794.

Los callejos de lobos eran muy frecuentes en la Cantabria histórica. Básicamente hablamos de trampas en forma de cuña que se iba estrechando cada vez más hasta terminar en un foso. Diferentes batidas de vecinos (porque la caza de los depredadores era una actividad vecinal, que se llevaba a cabo por todos y en beneficio de todos) iban aventando jaurías, dirigiéndolas a la trampa, espantándolas para que huyeran en dirección al pozo de su final. Una vez allí los animales eran alanceados y dados muerte. De estos «cepos tridimensionales» aun se pueden ver restos, por ejemplo, en los montes de Novales…

En esas ordenanzas que antes citaba todo el proceso aparece perfectamente delimitado, desde quién debe de hacerse cargo de la compra de pólvora para la primera parte del acoso hasta la distancia mínima a la que niños y mujeres (sí amigo, vayan quitándose de la mente la idea del matriarcado histórico en Cantabria) tienen que situarse para no sufrir daños. La hora de la batida, el lugar donde se reúnen los batidores (por si a alguien de la zona le interesa eran, respectivamente, los sitios de El Campo en Los Carabeos, el Campo de la Hoya en Riconchos y el Campo de San Roque en Arcera), el mantenimiento anual del callejo o las multas por no acudir a este oficio obligatorio están exquisitamente reguladas en este valioso documento. Y también, claro, el reconocimiento al carácter astuto, casi sobrenatural, del lobo. Que nadie encienda fuego durante las mangas, pues huirán. Que nadie quiebre rama o corte leña en día de callejo porque el lobo, el inteligente lobo, el poderoso lobo, lo escuchará, lo sentirá, lo palpará… y huirá.

Las ordenanzas concejiles fueron cuerpos legales de carácter local que durante toda la Edad Moderna y Contemporánea (y aún antes, y después) rigieron la vida diaria en los pequeños núcleos rurales de Cantabria. Cada pueblo tenía sus propias ordenanzas, e incluso algunos espacios comunes, como los callejos de lobos, contaban también con ellas. La figura del lobo aparece frecuentemente citada, con una mezcla indisimulada de temor, odio y respeto. Respeto por su perspicacia, por ese carácter casi sagrado que se le ponía de tan sutil, de tan intuitivo. Y temor por los ataques, a ganado, sí, pero también a personas, a sarrujanes, a niños. Y en muchos de esos textos se documenta, meticulosamente, el premio que tiene quien mate a un lobo. Más si es un macho adulto o una hembra preñada. Menos por cada cachorro. Más si es invierno, menos si es verano. Y etcétera. (…)

De lobos, urbanitas y filósofos. Marcos Pereda. El diario.es, 09/01/2016,

http://www.eldiario.es/norte/cantabria/primerapagina/lobos-urbanitas-filosofos_6_471462865.h

LOBO-DEL-CULO-PELAO

EL CUENTO DEL LOBO DEL CULO PELAO.

Iban unas mujeres por el camino de Trasdecampo a La Aldea a las bodas del Tío Perico e iban cantando:

“Al lobo no tememos, al lobo no tememos”;

cuando en medio del camino, les salió el lobo y les pregunta:

– “¿Dónde vais?, tengo mucha hambre y os voy a comer”.

-Vamos a La Aldea muy deprisa a la boda del Tío Perico; mira que brazos tenemos, espera a que volvamos, que habremos comido bien y estaremos más gorditas”.

Al volver de la fiesta

– “Lalarararita voy pa mi casita”, les salió de nuevo el lobo:

¿de dónde venís?

De las bodas del Tío Perico.

Pues ahora sí que os voy a comer.

¡Uhiii!, mira, por ahí atrás vienen unos hombrones con unos escopetones preguntando por el lobo del culo pelao.

¡Ah porra, que yo soy!

Y echó a correr.

ESCRIÑO DE ARCERA. 2015. MUSEO ETNOGRÁFICO DE CANTABRIA, MURIEDAS.

Escriño de Arcera

Escriño de Arcera, pieza del mes del Museo Etnográfico de Cantabria

Publicado el 10/04/2015 por Noticias de Camargo

http://noticiasdecamargo.es/2015/04/10/un-escrino-de-arcera-pieza-del-mes-del-museo-etnografico-de-cantabria/?ref=FexRss&aid=&tid=de85fc78342f4c8692237cc4e40a2299&c=tW2_jvTSfNnx2KLifyIA9RAAY3p9IlHSh_kHWKZQjec&mkt=es-es

Este mes de abril el Museo Etnográfico de Cantabria, ubicado en Muriedas, ha elegido como pieza del mes un escriño procedente de Valdeprado del Río recogida en 1965.

Este utensilio ha desempeñado un papel esencial en la cocina y la despensa. Consiste en un cesto grande, de forma globular y con una tapa que debe ajustar a la perfección. Para su elaboración se emplea una de las técnicas más antiguas, la cestería en espiral, que se aplica a materiales finos y muy moldeables.

Es un recipiente magnífico para conservar la harina, el grano, legumbres, patatas y toda una gran variedad de alimentos, en las mejores condiciones posibles de humedad y ventilación y, además, fuera del alcance de roedores e insectos. Mantener los escasos alimentos cosechados en las mejores condiciones posibles era vital para la subsistencia de la unidad familiar. Si a esto añadimos que con la llegada del invierno, los caminos se hacían impracticables y las comunicaciones se veían continuamente interrumpidas, entenderemos, la importancia de tener convenientemente almacenados los productos.

“El oficio de la cestería ha sido considerado tan humilde y sencillo, que apenas ha recibido atención fuera de la etnografía y la antropología. La explicación puede encontrarse en que la confección de esos objetos, se destinaba a satisfacer las necesidades más inmediatas y cotidianas de las gentes, principalmente del campo y de la mar, buscando la funcionalidad y dejando la estética a un lado. Con la introducción del plástico, más resistente y barato, la cestería quedará relegada a trabajos artesanales de carácter ornamental”, explican desde el Museo.

El clima lluvioso y húmedo de Cantabria, ha hecho posible que contemos con una gran variedad de árboles que han proporcionado a artesanos y campesinos, diversidad de maderas para hacer los cestos más adecuados en función del uso al que estuvieran destinados.