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A LOS GALLOS. Juegos de infancia

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A la izda. «Gallos», a la dcha. «Pollas»

Los ” Gallos” son unos fósiles con forma de molusco marino. En Arcera para hacerse con ellos, lo mejor es dirigirse a “San Pantaleón”, y desde allí hasta la “Cruz”, posiblemente encontremos el número suficiente para jugar.

Para jugar suelen emplearse cinco gallos, se comienza echando cuatro de ellos al suelo y con el que te ha quedado en la mano se inicia el juego lanzándole al aire; ahora se tiene que actuar con gran rapidez, pues debe de darte tiempo a coger uno de los gallos del suelo y con esa mano recoger el que habías lanzado antes de que caiga.

Si lo has conseguido se pasa el gallo que se cogió a la mano libre, se vuelve a lanzar el mismo fósil y se recoge otro fósil del suelo; de este modo se debe seguir jugando hasta que se logra recogerlos todos, para poder pasar así a otra fase del juego.

Cuando se falla, es decir cuando se cae un gallo, o no se llega a coger a tiempo el que se ha lanzado, o mueves un gallo distinto al que se ha de coger, pierdes tu turno y cuando te vuelva a tocar, tendrá que comenzar de nuevo desde el principio.

A continuación se juega la segunda parte, la única diferencia con lo jugado anteriormente consiste en que se deben coger los gallos del suelo de dos en dos; después la tercera parte, en el que se cogen primero tres gallos de golpe y luego la que queda suelta; por último viene la recogida de los cuatro gallos a la vez, de esta manera se supera el juego y pasa su turno a otro compañero.

(Como el juego de las tabas, pero a falta de tabas se utilizan los gallos).

AL CALOR DE LA LUMBRE. JUEGOS DE INFANCIA.

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AL CALOR DE LA LUMBRE

Un invierno de hace quién sabe cuántos años dos niñas jugaban junto al fuego. Tienen un tizón con brasa cada una y junto a la lumbre se dan novio:

¡Allá va la mariquita al contentar!, dice la una.

¿Qué trae la mariquita al contentar?, responde la otra.

U.- Un chico rubio, ¿no sé si lo querrás?

O.- ¿No sé cuál me darás?

U.- Perico,…

Se decía el nombre de un mozo del pueblo, se empezaba por los más feos. Se escupitaba el tizón y si se apagaba tenías que quedarte con el novio dicho. Pasaban las horas repitiendo una y otra vez el mismo cantar, nombrando uno u otro mozo del pueblo. Al principio escupitabas flojo  para que no se apagase y según iban saliendo novios y no quedando ya feos y si además te gustaba el que nombraban, escupitabas todo de una vez por ver si se apagaba.

AL RIGURUMENTO. Juegos de la infancia

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Al Rigurumento

En Juegos de infancia IV, Arcera y sus vecinos nº 7 año 2003

Este es otro juego de esos, que al igual que el Chorro-Morro uno tenía que agacharse y hacer el burro, pero con las reglas mucho más sencillas aunque se requería  también de algo de fuerza para su desarrollo. Como siempre, de entre todos los chavales  participantes, lo primero  que se hacía era sortear quién iba a adoptar la  postura de burro, y el orden de los saltadores que ya no era tan importante.

El burro se colocaba agachado, normalmente con las manos  agarrándose las rodillas, y con la cabeza bien baja para procurar que al saltar sobre él no la tocasen, cuando no tenía la cabeza bien inclinada el saltador debía advertirle gritándole “cabeza al pucheru”.

El juego consistía en pasar cada niño por encima del burro, y para ello  se daba el salto apoyándose con las manos en la espalda y con las piernas bien separadas. Había que aguantar en el sitio a medida que procedían los saltadores simulando y recitando una canción.

A las estrofas se le ha buscado una rima al número de salto, y se observa principalmente la utilización de los Santos en su determinación.

Si se realizaba mal el salto, o se olvidaba o cantaba mal la letra de la canción, o se olvidaban de ejecutar cada una de las canciones o postura, el saltador perdía y pasaba directamente a ser burro.

Terminada la canción, el burro se estiraba, y vuelta a empezar, continuando de igual modo hasta que alguien perdiese.

La versión de la canción más generalizada es ésta:

-A la una, anda la mula

– a las dos, con coz ó el ruiseñor ó el reloj.

(Se le daba una coz con el tacón, en el culo del burro mientras se ejercitaba el salto)

– a las tres, San Andrés

– a las cuatro, San Ignacio

– a las cinco, San Francisco

– a las seis, merendéis

– a las siete, cachete

(Se apoyaban las manos al brincar, dando unas palmadas en la espalda del burro)

– a las ocho, bizcocho

– a las nueve, empina la bota y bebe

– a las diez, otra vez

(Se repetía el beber en bota)

– a las once llama el conde

(Con una mano se apoyaba y con la otra se le propinaba un golpe)

– a las doce responde.

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